sábado, 5 de mayo de 2007


Me encuentro como el torero que vuelve al ruedo, y puede ver como al toro le sangra el lomo de a poco, no digo que puedo comerme crudo al toro y luego escupir su mèdula como un carozo, pero si que puedo desafiarlo, patiarle el culo y salir corriendo a algún escondite que quede contramano. Esa satisfacción del volver al ruedo es tan grande, esa adrenalina, poder disfrutar cada movimiento, cada segundo, mientras huelo sutilmente ese olor a extraño postre que tengo en los pantalones. Los viajes te dejan un olor extraño, pero màs extraño es que luego de haberme bañado y cambiado de ropa todavía sienta el olor a la hierba del mediodìa en mi. Esos son perfumes que a uno le quedan adentro, ¿quièn dice que los aviones vuelan realmente?, es todo un truco de magia de dios, que està con dos hilitos moviendo el avioncete.

Si hay un nombre que me gusta pronunciar y sentir que se pronuncie es `Ludwig Van Beethoven´, es decir, es un nombre con una resonancia tan exquisita Ludwig Van, a ver, repeti avec mua `Ludwig Van`, aaaaaaa, es placentero ese nombre, pero me gustan tambièn nombres como RImbaud o Baudelaire, esa sonoridad al pronunciarlos, es algo sumamente placentero Arthur Rimbaud, Charles Baudelaire, Paul Verlaine, Jack Kerouac, creo que para ser un buèn artista hay que tener un nombre exquisito, ese es un requisito fundamental, Carlos Lopez jamàs va a trascender como artista, quizás sea un buèn jugador de fútbol, pero jamàs un gran artista, en fìn, las cosas son tan asì, pero tan asì, que pareciese que no tienen vuelta, y yo lamento tanto pero tanto que todavía no se alla inventado la teletransportaciòn, que mejor busco una buena imagen para adjuntarle a este texto

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