Un telèfono implica una bomba de tiempo, y una mujer implica un detonante, uno està dispuesto quizas a la tarea divina de escribir, y suena esa chicharra maldita, esa interrupción en la vida de uno, como si el individuo se tratase simplemente de un chip incrustado en el sistema nervioso central.
-Ella te dice: ¿estàs bièn?,
-Mejor que nunca.
-Soñè que te pasaba algo malo
-A eso es bueno, los sueños nunca se cumplen cuando no son mios.
Entonces ocurre lo inevitable, uno puede ser un maleducado total y cortar el telèfono, pero ambos sabemos muy bièn que ella intentarà de vuelta, y no se va a cansar hasta verme completamente agotado escupiendo mis tripas sobre una caja de bombones.
Decido ceder, està bièn, cedo, escucho el cuento de todo lo que hicistes estos meses, de que estàs re bièn, por que siempre que uno deja a una mujer, esta comenta que està en la mejor etapa de su vida, lo que quiere decir es que realmente te extraña, es como un reproche, pero yo realmente estoy en la mejor etapa de mi vida, no puedo permitirme estos llamados desde el fondo del pasado. Cedo, y cedo demasiado, y mi ego quizás me haga estar tan berborràgico como de costumbre, pero està bièn, ella sigue y sigue, y no para, ya tomò confianza y se que es el peor error que puedo cometer, la panza empieza a darme retorcijones, muchos retorcijones, son las 8 de la noche, necesito comer algo , y ella ahì con su historia, pero ya no soy el mismo de antes, soy un monumento a la soberbia, mi personalidad està forjada en acero, entonces le digo: te dejo por que necesito comer algo tengo un vacìo en el estòmago, me duele.
-Bueno que te mejores
-No tengo nada que mejorar màs que mis activos
-A, por lo del estòmago te decìa
-No te preocupes, adios.